Hemos recopilado algunas peculiaridades femeninas que pueden ser entendidas por muchos como caprichos, pero en realidad acaban conduciendo a la ruptura, incluso si la relación es fuerte.
1. Invadir el espacio personal
Esto sucede con más frecuencia al principio de la vida en común e incluso parece una anécdota bastante divertida. Si el hombre no se rebela, le espera un futuro poco envidiable, ya que no podrá dar un paso adelante sin la aprobación de su querida esposa.
Por cierto, existe una explicación sencilla para esto: las mujeres son más sociables que los hombres y, por lo tanto, se sienten más cómodas cuando están cerca la una de la otra. Pero la naturaleza masculina supone una elevada territorialidad, por lo que los hombres necesitan de su espacio personal para poder sentirse seguros y tranquilos.
2. Utilizar su cuerpo como arma
Manipular recurriendo al propio cuerpo nunca ha sido un buen medio para lograr un objetivo. Sí, seguramente se podrá obtener lo deseado, dado que los hombres son fácilmente susceptibles de ser persuadidos si tienen delante a una mujer seductora. Sin embargo, perdurará hasta el momento en que el hombre abra los ojos, lo cual suele suceder, por regla general, más pronto que tarde.
Lo mismo ocurre con la situación inversa: negarse a tener sexo como represalia por algo que el hombre hizo mal. Este podrá fingir que todo está en orden, e incluso se reirá de sí mismo, pero difícilmente podrá perdonar una respuesta de este tipo.
3. Comportarse como un niño
Las mujeres pueden hablar con intensidad sobre cualquier situación de la vida, incluso la más insignificante. Durante horas. El problema es que el flujo de emociones, por regla general, suele dirigirse al hombre, quien está acostumbrado a un lenguaje lógico y claro, mientras que todo lo demás simplemente lo asusta.
La mayoría de los hombres prefieren la capacidad de controlarse y ser responsables de sus emociones frente a la impulsividad. Esto no significa que no debas mostrar tus sentimientos en absoluto, pero la capacidad de prever la respuesta de la pareja debe desarrollarse.
4. Jugar a los acertijos
Cuando una mujer no puede decir algo de forma clara y directa, pero necesita transmitir esta información, recurre a acertijos y adivinanzas. Por regla general, esta actitud no lleva a nada bueno. El pensamiento de los hombres se basa en ser directo y, simplemente, se ven incapaces de decodificar los enigmas femeninos de este tipo.
Si una mujer quiere que la entiendan correctamente, es mejor decirlo todo en voz alta sin omitir los detalles, especialmente si estos pueden interpretarse de manera diferente.
5. Interpretar el papel de una tímida simplona
Las mujeres pueden ocultar sus virtudes y parecer más tontas de lo que realmente son. En algunas situaciones, este enfoque es realmente cómodo, pero no debe exagerarse ni abusar del mismo. El deseo natural pasa por comportarnos de tal modo que los hombres nos protejan, nos cuiden o, al menos, empaticen, siendo la forma más fácil de lograrlo la interpretación del papel de una fémina tímida.
El problema es que a los hombres les gusta la timidez, pero en ciertas dosis, y si este se da cuenta de que la mujer sobreactúa, entonces, simplemente, dejará de confiar en ella.
6. Hacer preguntas peligrosas
“He engordado. ¿Estoy mejor o peor?”, “El vestido no me sienta como a Angelina Jolie, ¿verdad?”. Estas son preguntas que mejor no hacer a los hombres porque simplemente acaban sintiéndose perdidos, sin saber qué contestar. Y su torpe frase “Pero si eres la más bella de todas”, en todo caso, no será la respuesta que agrade a una mujer, y como consecuencia de ella los hombres reciben otra ración más de reproches surgidos de la nada.
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